Días que veo el sol salir temprano, tan de mañana. En los que me sentía inquieta y necesitaba paz. Batallas perdidas toda esa semana, desanimada y frustrada solo anhelaba perseverar. Pero cada vez que me lo proponía y decía ¡hoy hablaré con ÉL! Algo sucedía que me hacía perder esas ganas y olvidaba que no hablar con EL es igual (o peor) que no comer.
Y tan solo me daba cuenta cuando la angustia me sobrevenía por algún pensamiento del mal. Generalmente me pasaba en los micros, cuando piensas en cualquier cosa menos en lo más importante. En esos momentos sentada rumbo a algún lugar, nada fuera de la rutina, de casa al colegio, de la universidad al trabajo. Esos intervalos de tiempo con mi cabeza en la ventana, al costado de desconocidos y en manos del conductor y el reggaetón, esperando que el cobrador menee su mano con hartas monedas de a sol en tu mismísima oreja, gritando ¡sajes, sajes! En serio me disgusta, me corta la inspiración.
Pero son en las combis cuando me pasa eso. Empiezo a pensar y pensar en todo mi día, en toda mi vida, en historias ficticias, en chistes monces, comienzo a inventar canciones, a veces me salen canciones cortavenas, (y saco mi agenda para apuntarlas al toque). En obras de teatro y en hacer videos musicales, pero a veces me viene la angustia, y luego, solo recién cuando me siento triste, fastidiada o incómoda por algún pensamiento que por N motivos he dejado entrar en mi cabeza, me acuerdo que no he sabido de ÉL.
¡Chanfles! Es que ahora lo entiendo todo. Me olvidé de decirte cuánto te quiero, me olvidé de decirte que te entregaba este día, que en mis horas y minutos, respiraría por ti y pensaría en tus palabras. Me olvidé de escuchar tus consejos y de aplicarlos de noche y de día. “Con razón me siento así” me digo, y me frustraba un día más. Porque me sentía vacía, porque no estaba feliz con lo que tenía.
Y así pasaban las semanas y un día sí y un día no, un tira y jala impresionante entre el ser humano y el Creador. ¡Decídete pues! Ahora entiendo porque el medio es tan doloroso. Si estás con EL estás en serio, si decides que no entonces no. Pero vivir en el medio es sufrimiento continuo, un vaivén sin salida. Tu interior se desgasta porque nunca llegas a estar estable ni a ser firme en tus decisiones. Ya estaba a punto de tirar la toalla. Perdiendo mis días sin buscarlo como se debe, sin recordar sus consejos ni sus palabras, es como leer un libro y no acordarte de nada, escuchar un curso y no aplicarlo en tu trabajo. De nada sirve sus consejos si nos los voy a aplicar en mi vida y a confiar en EL. Así que llego a mi casa y empiezo a conversar con la cabeza gacha, regresando dolida por las heridas de la batalla, regresando como una niña que se ha caído y que necesita consuelo. Ahí le pedí que por favor ya no suceda esto más. ¡Estoy cansada de perder!, cansada de ir y venir, como una ola de mar que es empotrada contra las rocas, que se deja llevar y llevar y nunca a ningún lado termina.
Días que vi el sol posarse sobre las ventanas gigantes de aquella casa, muy temprano en la mañana. Me levanté y recordé porqué había venido aquí. Me levanté de un porrazo y decidí a primera hora hablar con él, pero hace tanto tiempo que no lo hacía como debía, que no sabía cómo empezar, hola, gracias, perdón, yo, tu, ellos, chanfles!!!... quiero ser sincera y a la vez no hablar y hablar todo el tiempo, porque siempre hablo y cuento mis cosas, hasta ya la gente se aburre, (=P) pero esta vez quería escucharlo, quería entenderlo, quería vivirlo.
Hay muchas cosas que nos impiden acercarse a ÉL, culpas, cansancio, incredulidad (piensas que hablas sola), rencores, dolores, amores (sí, a veces es el principal enemigo), tiempo, temor... cuando lo único que quiere es que comprendas y aceptes Su amor, que confíes en EL y vivas.
No hay palabras tan reales como las que me dice cada día, la biblia penetra mi corazón, cala hondo. Son historias que desvisten poco a poco el carácter de Dios. Son hechos que te revelan cada arista de su pasión por el ser humano, aunque sea tan faltoso e imperfecto. ¿entonces por qué me olvido de hacerlo? No, tiene que ser mi pan de cada día, acordarme de sus dichos, tenerlos en mi mente y corazón… sus palabras te muestran cuándo se enoja, cuándo ríe, porqué se enorgullece, porqué hace lo que hace y crea lo que crea, porqué la vida es como es y porque tu vida es como es.
Cerré mi biblia y me entró temor, no me malinterpreten, no era un temor cualquiera, era el temor de Dios… y aunque parezca contradictorio, mientras más temes a Dios, menos temes al mundo, a la muerte, al dolor, a la soledad, a las personas o a cualquier cosa en la vida… Porque el temor de Dios no es un concepto de terror como muchos creen, es un concepto de amor, de reverencia de entender que tú eres hombre y él es Dios. Es un amor perfecto, esos que no se ven, justamente de eso se trata la fe, confiar en lo que no se ve pero que se verá, y muy pronto. Así que saltas, no al vacío, así que corres, no como quien va a cualquier lugar, así que luchas y no por cualquier trofeo, sino porque quieres entender más Su amor perfecto. Decides no estar al medio, darlo todo y no solo un ratín, porque puedes estar bañándote en el mar o trabajando en la oficina, o pararte de cabeza o cantar en una esquina, y todo es para El.
Días que vi el sol posarse temprano en mi cama, que me levantaban y no podía mis ojos abrir. El primer día de la semana, empezando a aplicar lo que aprendí... y vamos para adelante con El y por El.... Porque el perfecto amor echa fuera el temor!!! =) amen!
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