viernes, 27 de julio de 2012

Amores que no son amores



Hay amores desesperados, suicidas, psicópatas. Amores obsesivos, indiscriminados, que van y vienen, pero siempre atados. Amores que no controlas, que te destruyen toda, hasta la vida misma. Son ilusos e incandescentes, soberbios, fuera de serie.

He visto amores raros, pero amor al fin y al cabo; insólitos, inesperados, dolorosos, aterrados.

He tenido amores que no son amores, amores que son ilusiones que nunca se concretaron, amores fríos, amores parcos. Amores intensos, como cuando subes a un globo aerostático. Otros que exprimen y socorren, que dependes y te hunden, que soportas y los botas. Amores en solitarios.

He jugado a los amores, como si tirara a los dados. Algunos sin rencores, otros causaron daños. Nunca fueron en vano, pero son amores desterrados. Y que si alguien preguntara, ¿tuviste alguno de estos amores?, diría que jamás los tuve, aunque estén en mi memoria, por algún rincón vagando. Cada vez que los encuentro saco sin dudar un taladro. Y lo elimino de mi memoria.

Amores escurridizos, que regresan y te esclavizan, que tu memoria no los olvida. (Aunque hayas utilizado el taladro). Amores que son emociones, subes y bajas como un tobogán, tiemblas por dentro,  tiemblas por fuera. Sí, también hay amores temblores.

Amores de cartón. Teatro de corazones, el telón se cierra, pero el público sigue aplaudiendo, comentando, señalando y murmurando. Esos amores son de novela, pero no son amores. Es pura actuación.

Hay amores que parecen para siempre, pero llegan (como siempre) al terminal. Esperan el barco para irse a otro muelle y luego voltean, y mirando te sonríen. ¿Qué esperabas baby? Esto tiene que terminar. Sí, amores desordenados, pasiones sin explicaciones, solo fuego en aquellos fogones. Playa, campo, desierto, corral.

He vivido amores sorpresa, que no entiendes ni siquiera porqué son amores. Pero que poco a poco descubres la razón. Amores que vomito, que exprimo, que advierto. Amores cárcel, amores alto voltaje. Sin sentido, sin explicación. Pero hay amores que no tienen equipaje, que se quedan aunque no los veas, que permaneces con ellos, quietos, apacibles, calmados, por dentro temibles. Imponentes, descuartizados, luego sanados. Esos amores valen la pena. Te llegas a sentir plena. El amor como pura bondad.

Otros no son recomendables. Amores locos de remate! Sin fronteras, solo vuelas y vuelas. Hasta el cielo. Como cuando estás en un globo aerostático. (He aquí la sensación). Pero el globo se revienta y tú cayendo en pleno cielo, con el aire en tu contra dices ¡basta! ¿Quién me mandó a volar? Y caes fuerte, muy fuerte. Amores vendados, amores que no sanan, que te hacen heridas, que te destruyen, hasta que alguien te vuelve a enamorar. Amores de verano.

Pero hay un amor exclusivo. que es un regalo. un privilegio. Obtenerlo es un milagro. 

Es ese amor eterno, del cual nos estábamos olvidando. El que se queda contigo, en tu cuerpo, en tu mente, para siempre. Amor inexplicable, renovador, imposible. Es uno que aquí no hay, que es sobrenatural. Pero ese amor no tiene nada que ver con amores. Es otra clase, otro tipo de amor. Que casi nadie lo tiene, son pocos los que lo encuentran y se aferran a él. ¿Quién no quiere un amor eterno? No todos. Algunos lo desperdician, lo botan y acuden a los amores. Esos amores que nada te llenan. Que nada aportan. (Los anteriores).

Este amor produce paciencia, gozo, paz, bondad y todo tipo de valor. Yo he decidido, después de ver tantos amores, inclinarme por este sobrenatural. Profundo y perfecto amor. El Tuyo claro. El que nada quiere y todo da. El que siempre te llenará. Amor puro y santo. Amor que viene de lo alto. Amor de Cristo, celestial.