jueves, 17 de febrero de 2011

Su plan en mí


Me levanto, me miro al espejo y estoy despeinada. Me sobo los ojos para verme mejor y me acerco a ese espejo redondo y rosado. Miro mi cara como todas las mañanas. Me río y abro el caño como siempre. Intento que mis manos capturen una pequeña cantidad de agua para llevármela al rostro y refregarme con ella.

El agua está helada.

Mi rostro siente cada gota de agua, así que respiro hondo y luego estornudo.  Me comienza a picar mucho la nariz, corto un pedazo de papel.
Me miro al espejo nuevamente.  Esta vez mis ojos están algo rojos y empiezan a lagrimear, tengo sueño y bostezo. Veo caer mi cabello, me hago  un moño alto porque me da flojera peinarme. Me estiro con la misma flojera increíble y aunque me he lavado la cara, toda la carga del sueño está sobre mí.
Miro mi cama y me muero de ganas por echarme tan solo un ratito más a dormir, pero sé que no puedo. Así que regreso dudosa al espejo y vuelvo a mirarme, esta vez con muchas preguntas. El moño que me hice parece de queca, así que me lo saco y dejo caer el cabello otra vez, ha crecido bastante.  Veo la hora y ya ha pasado un buen rato, apresuro a abrir la ducha.
Ya cambiada me siento nuevamente en la cama, la carga del sueño sigue sobre mí. Cojo el peine y me desenredo el pelo, mientras en mi mente ronda la canción el brillo de tus ojos. La he escuchado toda la semana y no dejo de tararearla hasta por las puras. Volteo la cabeza y veo la biblia en el velador, está vieja, desaliñada, sucia, me siento culpable de no cuidarla así que decido ir a comprar papel de regalo en cuanto llegue al trabajo para forrarla, pero la abro y la huelo, huele a antiguo, huele al 2002, paso una página y efectivamente es el año en que mi mami me la regaló, ahí está la dedicación.
La abro rápidamente pero me siento cansada, empiezo a leer un párrafo y mis ojos se cierran, se cierran, se cerraron por completo. Me quede jatazo!!! Cuando los vuelvo a abrir ya habían pasado 10 minutos, los cruciales para que definan si llegas o no a la chamba a tiempo.
No recuerdo lo que empecé a leer, solo se que está en salmos, así que lo busco y lo leo de nuevo. Pero antes de concentrarme tengo en mente un porqué hacia todo. Un porqué me levanto tan temprano, porqué tendría que ir a trabajar, porque tengo que hacer lo que me dicen que debo hacer y no lo que quiero. Quisiera dormir un rato más, es lo único que deseo ahora.
Luego vuelvo a la biblia, y doy gracias con voz quejona por el día. Me acomodo mejor porque siento que me caigo y leo. Leo y sigo leyendo las páginas, tarareando el brillo de tus ojos, acordándome del moño de queca, apurada por esos 10 minutos perdidos, pensando en mi cabello largo, en lo que tengo que escribir hoy día, en el color del papel de regalo  que elegiría para forrar la biblia. Recapacito y me concentro. Leo y leo el mismo pasaje desde que la abrí: Dios cumplirá su propósito en mí. No tenía mucho sentido.
Son las 6:50 y si no me paro para ir a la chamba ahora, no salgo nunca. Así que abro la puerta y me voy. Ya en el carro comienzo a preguntarme qué pasaje era ese el que estaba leyendo, el sueño me vencía e interfería con mi memoria así que la vuelvo a abrir: "Dios cumplirá su propósito en mí".
No entiendo.
Se abre el ascensor y veo mi reflejo, nuevamente ese reflejo. Entonces cierro los ojos y me imagino de acá a unos 10 años más. ¿Seguiré en este mismo ascensor como cada día? Seguiré levantándome, mirándome al espejo, haciéndome el moño de queca, teniendo los ojos que tengo, la biblia que tengo, las ideas que tengo, la chamba, la familia, la casa, la movilidad, la historia que tengo?... ¿Seguiré aquí en esta vida de acá a 10 años? ¿qué estaré haciendo? ¿Me pareceré más a lo que Dios quiere que llegue a ser? Semejante a él. veo mi reflejo y no lo comprendo.
Pero Dios cumplirá su propósito en mí.
Le creo.
El punto es que cada día parece escaparse como el agua que intenté coger en mis manos hoy en la mañana para refregarme el rostro. El punto es que me miro al espejo y se me hace difícil entender qué es lo que quiere conmigo, que cada cosa que hago parece distante y lejano de lo que Dios está planeando para mí, y que la rutina, en medio de todo el día, puede consumir.
Pero Dios cumplirá su propósito en mí. Así que leo y me animo, así que cada letra de lo que estoy leyendo parece un nuevo verso, una nueva melodía, así que cuando estoy sintiendo que la rutina me inquieta, escucho con atención sus palabras que me renuevan cada día… Solo él sabe cómo variar en medio de la monotonía.
Siempre habrá atardeceres, y el sol saldrá por el mismo lado día a día, las estaciones correrán cada año y el ciclo de vida por lo general no varía. Pero cada año es diferente, cada atardecer es distinto, el verano y el invierno no son los mismos, y al ver mi reloj a la misma hora de ayer, recuerdo que hoy es un día distinto.

No todo está perdido.

Creo que ahora le encuentro el sentido. Sigo adelante porque Dios, pese a que me vea al espejo mil veces y aún no lo vea, cumplirá su propósito en mí.
Le creo ¿y tú?

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