No la hace. No tiene las agallas para enfrentarse a la vida.
Su vida es triste y no tiene palabras para justificar la salida
Sus decisiones son pobres, sus labios, secos. Sus pensamientos, mediocres.
¿Quién dice eso de ti? ¿Quién puede acaso juzgar? ¿Qué hay de aquellos que creyeron otra vez, que la madurez radica solo en hablar? Si las palabras se traban con el miedo, y la inseguridad no le deja actuar, si las personas le intimidan y quiere esconderse bajo esa burbuja de cristal, si su risa disimula la tristeza en su corazón, por cada una de las experiencias que pasó sin razón. Si tiene todo y más que eso, pero no entiende el porqué. Si cada vez que respira hondo y pasa por una calle donde hay mucha gente mirándole, le tiemblan las piernas y piensa lo peor. ¿De qué sirve hablar con alguien de temas “maduros”? ¿De qué sirve conversar en lo realmente importante con la gente, si realmente a la gente lo único que le importa es salir del paso o dejar de lado sus frustraciones para conseguir lo que desean en ese momento satisfacer?...no, no lo niego, también tiene miedo.
No es cuestión de descifrar los códigos que cada persona crea en su mente ni pensar que todos son iguales a uno. Pero aprendamos que la vida misma es una escuela y que la gente no es tan buena y que cada vez que hablas con alguien, lo que importa para ellas no es cuánto tiempo tu inviertas, sino quién está a su lado: si es simpatico (a), si es amable, si habla o no habla bien, si sabe mucho o sabe poco, si tiene talento o tiene dones, si le falta o no le falta. Las personas piensan en lo externo y no perciben el interior. No les des perlas a los cerdos, te irá mucho mejor.
No basta serlo hay que parecerlo, ¿y qué si uno lucha cada día con eso?, de qué sirve hacerse el maduro si la motivación no es la más segura, primero, conéctate con EL y luego poco a poco, sin que uno lo note, se expandirá esa conexión... sin que tú lsiquiera lo notes, sin que te esfuerces por que los demás lo noten... porque el tema de madurez no radica en las palabras, ni en la risa, ni en las carcajadas, ni en una esquiva mirada, se enfoca en lo esencial, en el corazón y la motivación, no es cuestión de tener o no tener la razón, tampoco de juzgar a la gente porque hoy no dijo lo que debió.
Tu eres tú y yo soy yo, y lo que sienta, piense, dude o haga, no dependerá de un consejo barato, ni de una madurez falsa, ni de una conversa sofisticada que te hace sentir superior, las situaciones de la vida te puede ayudar a madurar, y la actitud hacia cómo la enfrentas puede tratarse de diferentes maneras. Pero cuidado que uno se sienta más. La madurez no es lo que digas solamente, es cómo tratas a la gente y cómo con prudencia sales de su camino, olvidándote de ti mismo para dejar a otros crecer y amar. Porque aunque no lo crean, cuando dejamos de ver los errores de otros, comenzamos a madurar.
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