miércoles, 28 de marzo de 2012

Trilogía de amor.

Sonriendo porque tú me acabas de llamar.












Sonriendo porque tú me acabas de llamar II.












Sonriendo porque tú me acabas de llamar III.


 

Soy lorna ¿y qué?

No hay nada mejor que saber quién eres.
Y yo soy una lorna.
Pava, nerd, sí, sí todos los adjetivos que encuentres.
Inocente para muchas cosas, imprudente para otras.
Soy lorna, ¿y saben qué? Es lo máximo.
Porque mis amigos me aman tal cual.
Porque la gente quiere sera tan o mas lorna que yo.
Porque el carácter que tengo aunque por dentro sea una lorna, poco a poco va mejorando.
Porque estoy aprendiendo a no serlo y en el camino extraño mis sonseras.
Porque maduras y te das cuenta que ser lorna no era tan malo. Era genial.
Porque puedes usar lentes enormes y la mitad de las personas dirán: “son taaan tú”. La otra mitad, claro los odiará, (díganse amigos cercanos, familiares y enamorado).
Pero naada, todo bien. Porque al final te das cuenta que lo que importa no es cómo te ves sino lo que eres. Y eso está bueno.
Porque así te quieren, porque así te quieres.
Así que no se tú, pero para mí, ser rechazada, discriminada y lorneada es mucho más cool.

TE CREES MUY FUERTE, NO?

Tocas la puerta de mi casa.
Nadie te atiende.
Entonces empiezas a silbar.

Ese silbido me parece conocido.
Nooo, ni fregando, tú no puedes ser.
Te fuiste hace mucho tiempo,
Ya no estás, ya no existes.
Nooo, ese silbido es una alucinación.

Mientras tú sigues silbando.

Nooo, esto no está pasando.
No es posible.
Tú estás lejos, tú no existes.

- Solo un toque, quiero hablar contigo. -Me dices. -¡Sé que estas ahí, abre la puerta de una vez!- Continúas.

Pero yo estoy sola, tengo miedo de que me hagas daño.
Quiero abrir, me muero de la curiosidad, es que no puedes ser tú.

-Abre ya, necesito hablar. 

¿Necesita hablar?
Ja-ja-ja.
Me empiezo a reír a carcajadas,

¡Es que es el colmo de la frescura!
Este chico es un tarado.
Me lo repetía dentro de la casa, mirando por la ventana, sorprendida de que eras tú.

Entonces abrí la puerta.

Estabas ahí, ¡estaba pasando! Regresaste y me dijiste hola.

-Hola

-¿Qué haces aquí? -le dije.

-¿Podemos hablar un rato? -me dijo sonriendo un poco

-No tenemos nada de que hab…

-¿Segura? Estoy delante de tu puerta, volví, alguna sensación te debo provocar...

Intenté tirarte la puerta en la cara pero no pude, estaba pasmada viendo cómo te había crecido el cabello, el color de tu rostro te había cambiado. Nunca te odié, nunca te amé tampoco. Al menos eso creo.

-Te creció el cabello- Me dijiste.

 -A ti también, y también estás más oscuro. -se lo dije con un gesto de aprobación

-Se le llama bronceado mamita, a ti te hace algo de falta.

-Me tengo que ir, estoy viendo una serie buenaza. -Le dije con fuerza, muy tajante (muy nerviosa por  dentro)

-¿Te importa la serie más que hablar conmigo?

-La verdad es que no quiero hablar contigo. Cualquier cosa que hayamos dicho fue.

-Te extrañé mucho. - Se atrevió a decir.

-¡Ya basta!, deja de decir esas cosas porfavor.

-¿Podemos conversar tan solo un minuto?, talvez podamos arreglarnos, ser amigos de nuev..

-Adiós, no quiero que me llames, cambié de celular.

-¿Otra vez lo cambiaste? Déjame adivinar, se te perdió! Harás un récord.

-Me voy, ya debe haber terminado los comerciales.

-¿Puedo pasar?

- Es que no hay nadie.

-Lo sé. Sé que me extrañas así como yo a ti, vamos, déjame pasar.

-Adiós.

Cerré la puerta, casi la rompo porque estaba muy nerviosa.
Espere unos cinco segundos.
Y luego reí. ¿De que reí?

Reí porque sé que lo estaba dejando ahí parado, afuera de mi casa y  eso me hacía feliz. Aliviaba mi alma, me hizo mucho daño por algún tiempo, por eso nunca hablé de él, a nadie, pero el dejarlo parado con la angustia me hacía muy feliz.

-¡Regresaré mañana y tocaré tu puerta, sabes que lo volveré a hacer! - Gritó muy molesto.

Era capaz, lo sabía, era capaz, pero esta vez no le abriré, lo prometo. Tal vez quise algo en su momento, pero ese momento pasó !Y es en serio!.

Antes sí pues, me ilusioné un poco, ustedes saben, esa mirada, sus opiniones sobre la vida, tan contraria a la mía, sus opiniones sobre mí. Esas películas tan locas que veíamos juntos, su inocencia mezclada con tanta maldad. Tenía tan solo mi edad, y me cautivaba verlo, tan maduro y tan cariñoso, parecía  indefenso,  lindo y luego... tan hiriente, tan melodramático, tan posesivo, tan mentiroso...sí empezaba a salir lo peor de él.

Me daba cuenta que no era lo que creía, que estaba dispuesto a tratarme con delicadeza y ternura, pero a la vez era consciente que me demandaría algo más, algo más que yo no estaba  dispuesta a dar. Ni loca. 

Dejaré que cante, grite y toque lo quiera, que venga la policía si quiere, pero no le abriré más. La puerta de mi casa y de mi corazón está cerrada para él.

De seguro, ya está llamando a mi mejor amiga. De seguro le contará todo y ella me llamará y me dirá que él es lo mejor del mundo que está mas churro que nunca y que no debo desaprovechar esta oportunidad.

Apagué mi celular. No sin antes ver el mensaje de texto de mi mejor amiga:  “Ya está aquí de nuevo, y quiere verte”…

-¡Hazlo por los buenos tiempos!!¡tumbaré la puerta! ¡Lo juro! A menos que hablemos ahora, solo quiero hablar. -Gritaba fuera de la casa.

No voy a mentir. Me moría por abrirle la puerta dejarlo pasar y despertar esos momentos de nuevo, pero luego recordaba que soy más fuerte que eso y que de seguro, algo mucho mejor me espera en el futuro. Lo aseguro.

-Te crees muy fuerte ¿no? -Me decía gritando desde afuera, yo reía.

Tocó un par de veces más y luego hubo un silencio. Después de tantos gritos fuera de mi casa, mi vecino me dio una timbrada, y un mensaje suyo decía ¿todo bien? ¿Necesitas ayuda?

"Tranquilo, ya se le va a pasar"- le respondí el mensaje.

Así que cogí unas morochas y me sumergí a la televisión.

De pronto los comerciales terminaron.

Mi serie estaba por empezar.




NUNCA DIGAS NUNCA


¿Acaso apareció de la nada?, nadie lo invitó a pasar.
Nadie me alertó, solo vino y dispuso quedarse.

Para siempre.

¿Por qué nadie lo vio? Ni siquiera me advirtieron.
Tuve que intuirlo y siendo franca de frente dije que no.
Pero no lo conocía.
Insistió e insistió.

Entonces dije tal vez.

¿Acaso me crees tonta? Jamás te hablaría.
Personas como tú ya conocía y las quería lejos, bien lejos.
Nunca cerca.
Mucho menos de mi corazón.

Pero las cosas pasan por algo ¿No?
Es que dije “nunca”

Y decir “nunca” es un arma de doble filo.

Al permitirme conocerlo.
Se me despegaron los pies del piso.
Tienes razón, soy una tonta.
Y ahora estás en mi corazón.

¿Será un cuento de hadas?
Nunca me creí esas historias porque siempre terminan mal.

“Jamás encontrarás a tu príncipe” 

Pero tú viniste, sin prevenirlo, y aunque no quería nada, insististe.
¿Eras tú o fue un impulso divino?

Parece un cuento de hadas
Que se convirtió en realidad de la nada.

Porque ahora no puedo dejar de quererte.
Aunque tengo un sin fin de preguntas.
Llego a una conclusión

Nunca digas nunca
Porque nunca sabes que va a pasar.

Tanto miedo de amar.


Estaba en la puerta, esperando una señal.
Estabas ahí, no me conoces tan bien, pues te pones demasiado nervioso.
Pero me encanta tu risa,
Combinada con ese viento suave, en pleno calor.
Y yo solo te miro, creo que conversar con un desconocido no es lo mío.
Soy buena amiga,  divertida y lo que sea, pero contigo simplemente no puedo ser yo.
Los nervios me ganan, el corazón se me inflama y de pronto tengo náuseas.
Me río de mi misma. Me río de ti. Pero no lo malinterpretes, no es una burla cualquiera, es solo nervios que también provienen de mí.
Te lo confieso, yo también estoy nerviosa.
Aunque me veas tan segura, aunque te intimide,
Estoy nerviosa.
Me duele el estómago, me muerdo los labios. Te miro pero solo por segundos, no porque no me intereses, sino porque no puedo contener la mirada en la tuya mucho tiempo, porque no puedo controlar el sentimiento.
Te tengo miedo.
Nunca me dio tanto miedo mirar,
¿No lo entiendes?
 Nunca tuve tanto miedo de amar.