Conversando ayer con una amiga muy querida, de quien ya había perdido casi el rastro, me enteré de muchas cosas que habían sucedido en su vida estos últimos meses. Me contó entre risas y chistes, el final de una disparatada, ilógica y triste historia que nunca empezó, pero que ya todas asumíamos cómo iba a terminar: matrimonio seguro. ¿seguro? Qué Ilusas nosotras. En un segundo eso se derrumbó. Y aunque eso sucede casi siempre o ya es novela de ayer, no dejó de sorprenderme grandemente cómo todo terminó y me dio mucho, pero mucho que pensar.
Historias de amor, corazones rotos, mujeres que creen en promesas, en la apariencia del chico ideal, se ilusionan, creen, esperan, oran, conversan, se alegra, vuelan, se caen, lloran y la herida está hecha, para algunas es una más de tantas, para otras es la primera, y esa duele más. Mientras continuábamos con nuestra charla, -seguíamos riéndonos como si nada pasara- comenzábamos a nombrar y recordar historias que han sido parecidas, comunes y dolorosas. Historias donde siempre la mujer termina herida, siempre el hombre sale ganando o perdiendo pero bien, quién sabe. Pero siempre es el mismo final.
Mientras hablaba pensaba en mi alrededor, en mis amigas, en sus familias, en la mía. Pensaba con una sonrisa enorme en el dolor. Suena raro pero así pensaba, con la sonrisa de oreja a oreja tratando de cuidar de no herirme ni parecer aturdida con la historia que me contó. Ayer, ahí tirada en el piso con ella, me vino a la mente cada mujer que conozco, mejores amigas, amigas queridas, familia, conocidas, de todas las edades, de todas las clases, las veía y me dolía, me dolía pensar todo lo que han sufrido por “amor”, en realidad por un hombre, o varios, o quién sabe. Pero al final de cuentas han sufrido, y mucho. Las promesas se hicieron añicos, la infidelidad, violencia, desprecio, indiferencia, cualquiera que sea el motivo terminó doliendo. Y eso me duele. Porque soy mujer, porque lo entiendo.
Mi amiga sigue contándome de lo importante que es para ella estar tranquila y seguir confiando, en medio de un golpe más, en Dios.
Seguía riendo, haciendo chistes y le conté un poco de mí, mientras cortaba aquella nube verde temblando, cuidaba que nadie descubriera mi tristeza, el dolor que llevaba por todas ellas, por el temor de caer en lo mismo, de cometer errores nuevamente, por confiar en cualquier cosa o en cualquier persona.
Es que pensándolo bien, hay tantos vacíos que se buscan llenar con algo o con alguien… pero no hay NADA, ninguna cosa, NADIE, ningún ser en esta vida ni en la otra que pueda completarte, que pueda llenarte. Ni un halago, ni tu enamorado(a) , novio(a), esposo (a), ni tu familia unida, ni tu madre o padre, ni tus hermanos, ni tu religión, ni tú misma, ni la apariencia, ni los placeres de esta vida, ni un halago, ni una palabra de aliento, ni un reconocimiento en la chamba o en los estudios, ni una mirada misteriosa, ni un hombre conquistador, ni el arte, ni tus amigos, ni un viaje a la playa o al Caribe o a donde quieras y deseas irte, sola o con quien quieras, ni siquiera tener dinero, joyas, fama y amor, ni la salud perfecta, ni la belleza externa. NADA.
No hay nada que te llene, no hay nadie que complete aquel vacío, aquella herida. Podrás taponearla, podrás esconderla o ignorarla con todo eso, pero siempre estará ahí. Estará ahí doliéndote al menos que… al menos que una intervención divina, no religiosa, transforme tu perspectiva, transforme tu corazón.
Llegando al final de la conversa caminando hacia el paradero, pudimos llegar a dos conclusiones: Lo importante que puede ser mirar las cosas desde diferentes perspectivas.
Desde la perspectiva del hombre, podríamos decir que todos los chicos son iguales y solo quieren una sola cosa, que no hay esperanzas, que son de lo peor y resignarnos a la realidad de que el hombre es hombre, que se equivoca, que como seres humanos pensamos en nuestros deseos y no nos importa herir con tal de llegar a la felicidad.
Desde la perspectiva de Dios pudimos concluir que si Dios es sabio y sí que nos ama, él permite que pasemos por experiencias dolorosas para que aprendas algo, para moldearte, para prepararte para algo mejor. Que Dios tiene un propósito y por eso dejó que pasara todo lo que te pasó, querida amiga, y que ahora debemos aprender, aunque cueste y recueste, a guardar por sobretodas las cosas, nuestro corazón, porque de él mana la vida.
Nosotras las mujeres somos muy cuidadosas con muchas cosas, con nuestra apariencia, con nuestros objetos personales, nuestra ropa, nuestras amistades, nuestra familia, nuestra comida, incluso nuestro tiempo con Dios. Cuidamos todo pero descuidamos nuestro corazón, en la práctica dejamos abrir puertas y luego nos herimos, permitimos el acceso a alguien o algo y luego nos arrepentimos. Muchas aun no aprendemos la lección y muchas ya la aprendimos. Pero no debemos bajar la guardia no debemos creernos firmes. Ayer un amigo hizo un chiste que me dejó pensando aún más en esas historias dolientes. Un chiste que tenía que ver conmigo, que tenía que ver con todos. ¿De qué sirve la teoría si no lo ponemos en práctica ahora? ¿De qué sirve saber que tenemos que cuidar nuestro corazón, si al final de cuentas no la haremos?
En el culto del miércoles escuchaba aquel versículo de Marcos que decía: amarás al Señor tu Dios con todo tu CORAZÓN, con toda tu MENTE, con toda tu ALMA, con todas tus FUERZAS. ¿Fuerzas? Yo no tengo fuerzas, yo me siento débil para hacer muchas cosas, incapaz de enfrentar nuevos retos, soy cobarde, tengo miedos, soy muy frágil. Pero Dios te dice que lo ames con Fuerzas, con todas las que tengas… por eso justo en mi devo, gracias a Dios que al menos lo hice, ÉL me respondió:
9 Te tomé de los confines de la tierra,
te llamé de los rincones más remotos,
y te dije: "Tú eres mi siervo."
Yo te escogí; no te rechacé.
10 Así que no temas, porque yo estoy contigo;
no te angusties, porque yo soy tu Dios.
Te fortaleceré y te ayudaré;
te sostendré con mi diestra victoriosa.
El te da las fuerzas para que lo ames con fuerzas. Qué loco. Para que rechaces lo que no viene de EL para que ames y disfrutes de Su voluntad. “todo lo puedo en Cristo, que me fortalece”. WOW!
El te dice que lo ames con tu Corazón, de corazón. Porque él sabe tu vida. Ayer tenía una sonrisa y un jolgorio ficticio, mientras ella, mi querida amiga, en medio de su dolor, sonreía de verdad, me aconsejaba en medio de muchas dudas. Me animaba a seguir. Pero Dios sabía lo que sentía. Y delante de Él, simplemente nadie se puede escapar. Me quité la máscara y yendo a mi casa en el micro, decidí escribirlo.
Hoy es un nuevo día, me desconectaré de la ciudad todo este fin junto a dos amigas que amo mucho. Mis expectativas no son caminar por el boulevard, divertirme en una playa, o reír sin finalidad. Somos tres chicas con muchas dudas, con muchos miedos y anhelamos en verdad, escuchar Su voz. En medio de la naturaleza hermosa, con el sonar de cada ola, con el olor a mar, con el contacto con la arena, con el calor del sol. No quiero días vanos, con un simple fin lúdico, no quiero días vacíos, llenos de risas baratas, quiero reír desde el corazón, llorar para lograrlo si es necesario, llorar junto a EL y con EL, para darle todo a EL, es una especie de programa de protección para princesas (cuánto me duele decir esa frase, lo digo en serio) porque ya estoy harta de corazones sin protección.