miércoles, 3 de agosto de 2011

Camino fácil, destino mortal.

Un ojo azul y otro marrón, un labio superior rosado y un labio inferior pálido, cabello rizado, cabello indefinido, sombras naranjas fuertes, sin sombras en ningún párpado.

Una tímida sonrisa, muchas simples carcajadas.

Dos posiciones diferentes: Una cruzando los brazos y otra mirando sus uñas.

Cucharadas de azúcar al café, un vaso helado de té, sin hielo con hielo, una Pepsi, la otra Sprite, una Inka Kola, rubia, muy dulce, pegajosa, otra Coca Cola, oscura, fuerte, loca. Amigas de toda la vida.

Vacíos rincones de la casa gritan con la brisa del aire, susurran que las extrañan y que las quieren de vuelta.

Esa cocina sin color, desordenada por los tantos ajetreos de los meses, de los años, que dan paso a una historia inolvidable....

 y a postres deliciosos que son mucho más que simples dulces en el paladar, son el símbolo, la impronta, de una maravillosa amistad.

Buenas personas, chicas inteligentes, sentimentales, cada una sabe lo que quiere.

Un día todo cambió.

Ambas se mimetizaban frente al espejo, los colores se empezaron a mezclar. Tonalidades tierra, tacones altos, labios ambos rojos, casi pasión, el cabello rizado se convertía en lacio y el cabello indefinido también se convertía en lacio. Las planchas tienen la culpa. Los dejaron crecer

No dejaron nada a la imaginación, las sombras naranjas pasaron a la historia, ahora solo se ve una línea negra en sus párpados y una pizca de rubor, sus polos son rasgados, sus cuerpos adelgazaron, sus prendas preferidas las dejaron de lado, por unas mas costosas, lindas, de moda, cortas.


Llorando siempre al final de la noche, solas. Porque se sienten bien por fuera, pero no pueden borrar su historia.

Esa memoria  no es frágil pero sí ingrata. Olvida sus raíces más rápido que gatear.

Lo olvidaron todo y llegaron a la cima, creyendo que podían hacerlo sin escalar.  

Pero una vez arriba comenzaron a pensar.... ¿por qué se esfumó la infancia?

No saborearon esos postres de aquella cocina, pálida, dolida, de aquellos rincones que llorando les pedían que vinieran y volvieran a dar pasos certeros, a jugar, a reír, a soñar, sin importar el reflejo que ves en un espejo, ni las prendas de vestir en la ocasión.

Sus sueños ahora están cumplidos, pero sienten el mismo vacío.

El dolor es un testigo.

¿Por que ahora ya no están?. ¿Por que simplemente  no lo olvido?, Porque lo eran todo, jamás entenderé lo que pasó en el camino, solo sé que les faltó mas humildad y mucho más de amor a la humanidad.

No hay caso, camino fácil, destino mortal.

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